
La vida cotidiana en Quebec predispone a una vida tranquila y divertida, y la tendencia al nerviosismo no es bien recibida. Los conductores de transporte público no se cansan de saludar a todos los pasajeros individualmente, y la moderación amable es la norma, similar a vivir en una casa unifamiliar: los aceptan como un estándar.
La ciudad vieja de Quebec es un original homenaje a Europa. La generosa iluminación realza la magia de las pequeñas calles y las hace similares a las del Barrio Latino de París. Los vagones recuerdan a Viena y las escaleras de las fachadas recuerdan a Londres. Hay restaurantes, cafés y bares de todo tipo, las tiendas le dan la bienvenida a última hora con souvenirs seleccionados y las galerías ofrecen cosas únicas para todos los gustos.