
Una de las flores de interior más populares y recolectadas son los lithops, también llamados "piedras vivas" o "flores de piedra". El nombre de estas suculentas proviene del griego antiguo lithos (λίθος - piedra) y ops (ὄψ - cara) debido a su color natural, que las fusiona con la naturaleza inanimada en sus áreas naturales sin agua. Y en el planeta se encuentran solo en África: Namibia, Sudáfrica, pequeñas áreas fronterizas de Botswana y muy probablemente Angola. Hasta ahora se han encontrado alrededor de mil poblaciones de lithops. Cada uno de ellos ocupa un área pequeña en áreas de pasto seco, verde o completamente rocoso. Pueden existir donde otra planta no sobreviviría, y gracias a la peculiar forma de mimetismo, pasan desapercibidas y protegidas. Diferentes litos se encuentran en diferentes lugares, generalmente adaptados a un cierto tipo de formaciones rocosas, pero en el medio natural solo existen en estos grupos y en ningún otro lugar. Allí el valor anual de precipitación varía de 700 mm a 0 mm, y las temperaturas desde muy bajas, a moderadas a extremadamente altas. La mayoría de los lithops dependen de la lluvia de verano o de invierno, y algunos solo del rocío para obtener humedad.
La primera descripción de estas suculentas se realizó en 1811. del botánico y explorador de Sudáfrica William John Burchell, quien accidentalmente los descubrió levantando del suelo una "piedra de forma interesante". A lo largo de los años, se siguen encontrando diferentes especies en diferentes lugares, pero no se pueden poner bajo un denominador común durante mucho tiempo. Todavía hoy se encuentran nuevos representantes de lithops, a veces en lugares aislados y, a veces, en áreas pobladas. Sin embargo, su camuflaje excepcional a menudo los deja desapercibidos.
Venderlos en forma de semillas o plantas en las tiendas o en Internet los convierte en flores de interior únicas y recolectadas. Son relativamente fáciles de cultivar: necesitan un suelo seco y arenoso, mucho sol e imperceptiblemente poca agua.
El entorno del suelo en el que se cultivan los lithops no debe retener humedad, ya que su absorción los hinchará y romperán su caparazón. Exponerlos a la luz solar intensa los hará brillantes, con una cáscara dura y resistente a la putrefacción, aunque el riego excesivo sigue siendo una amenaza fatal. Cada planta individual consta de un par de hojas casi conectadas, la mayoría de las cuales permanecen bajo tierra. Su parte superior es translúcida y permite que la luz entre en las hojas y asegure la fotosíntesis. Por tanto, la falta de luz suficiente puede ser tan perjudicial como la presencia de agua. Por otro lado, aunque en condiciones naturales los lithops son resistentes a temperaturas muy altas, cuando se cultivan en macetas no deben sobrecalentarse, porque el enfriamiento natural del suelo es casi imposible. A diferencia de muchas otras especies, las "flores de piedra" descansan durante los meses calurosos, la mayoría de los cuales crecen durante el invierno. El espacio entre las hojas contiene el meristemo (tejido de formación) y desde allí aparecen las flores y las hojas nuevas.